martes, 16 de septiembre de 2014

Algunas consideraciones sobre la resignificación de la relación educación – comunicación desde la mediación pedagógica




Por: Daysi Velásquez Aponte


Durante el proceso de investigación sobre estilos de aprendizaje y lectura crítica de medios, realizado entre 2008 – 2009, el grupo de coinvestigadores conformado por estudiantes de comunicación, reveló la urgencia en recibir una formación que superara el dominio de técnicas e instrumentos, desarrollando en ellos capacidades para leer los diversos códigos subyacentes a los lenguajes mediatizados.

Al proceso de educación para los medios se le han hecho apuestas importantes desde los años cuarenta con los movimientos de educación popular en Latinoamérica y más recientemente con los estudiosos de Media Literacy, su eje central radica en un entrenamiento de los sentidos para desentrañar lo que Roland Barthes denominaría lo obtuso, lo no evidente.
Una conclusión común a todas las investigaciones y metodologías implementadas en la educación para los medios, es que esta ha de ser multimodal, pluridimensional e hipermediática, es decir, debe formar desde distintos ángulos para percibir los múltiples lenguajes, formatos, sustratos e interfaces entre los cuales la escuela se encuentra inmersa hoy.
Ya Jesús Martín Barbero (1996), Manuel Castells (2009), y tantos otros, han insistido por más de una década en la descentración cultural de la lectura lineal de textos, e imágenes, motivando una transformación sustancial en la educación (transformación que tarda en darse) para educar no solo la vista, sino los sentidos, en esas otras formas como se percibe la realidad.
Retomando las ideas de Mario Kaplún, la necesidad de formar a los miembros de una comunidad en procesos comunicativos supera la mirada simplista de una alfabetización mediática y la UNESCO (2008)  lo ve también así, considerando  las competencias de alfabetización mediática en relación con la competencia social y ciudadana, la competencia cultural y artística, el tratamiento de la información  y la competencia digital; y establece que la educación para los medios requiere procesos educativos con modelos pedagógicos diferentes a los tradicionales.
Para ello, la misma UNESCO (2008) propone competencias alfabetizacionales en las cuales formar primero a los maestros. Experiencias concretas de educación en este sentido como las aplicadas por la Fundación Omar Dengo en Costa Rica desde la década de los 80, vienen evidenciando que no basta con la adquisición del código escrito; las nuevas generaciones comprenden un universo reticular y complejo mediatizado por las tecnologías de información y comunicación,  la convergencia tecnológica y las yuxtapuestas cultura mediática, virtual y digital.
José Martínez de Toda (2006) plantea una educación para los medios desde seis dimensiones que se han ido reconfigurando con el avance tecnológico. Para este comunicólogo, se debe formar al sujeto desde 1) la alfabetización mediática, 2) la consciencia, 3) la acción, 4) la crítica, 5) la dimensión social y 6) la más relevante, la creatividad.

  1. 1)    La alfabetización mediática necesariamente ha de incluir el lenguaje audiovisual  y digital; es quizá la dimensión más trabajada por los movimientos de medios alternativos y populares en los cuales se pueden hallar vertientes que nutren los medios escolares. Saber hacer  medios implica conocer de fondo los lenguajes, formatos y sustratos. De aquí la razón por la cual es la primera dimensión a trabajar.

  2. 2)    La segunda dimensión está referida a la adquisición de la consciencia, con la cual se desentrañan los códigos de las intenciones de autores y entidades emisoras, incluye también el saber cómo cifrar los códigos para lograr una respuesta más acertada y por lo tanto más vinculante con quien escucha, lee, participa del proceso comunicacional. Esta adquisición de consciencia involucra el identificarse como parte de una sociedad pluricultural y reconocer en la polifonía de voces la audiencia o público al que se dirige, haciendo del proceso de lectura de medios más complejo y menos superficial. Pasa del desentrañamiento de códigos, a la comprensión político, económico, cultural y social del contexto.
  3. 3)    En su tercera dimensión, De Toda propone la escuela como formadora de lectores activos, reconoce que no hay receptores pasivos de mensajes mediatizados y llama la atención en esta dimensión sobre la necesidad de identificar las actitudes del interlocutor incluyendo la no respuesta, el silencio y la apatía como formas de participación. Identificar esas otras formas permite reconocer también otros modos de comunicar en el ámbito escolar como parte del universo comunicativo en el cual intervienen los elementos paralingüísticos no verbales.
  4. 4)    La dimensión crítica, la más trabajada para Latinoamérica en la década de los sesenta  y sobre la cual se plantean múltiples didácticas y posturas pedagógicas, es la dimensión más cuestionada y la cual suscita más debates. El sujeto crítico, ideológicamente,  acude a las tres dimensiones anteriores y plantea posturas desde las cuales puede, no solo hallar y descifrar el mensaje no evidente, sino que provee al sujeto de elementos suficientes para razonar, argumentar,  y por lo tanto, crear.
  5. 5)    La quinta dimensión es la social. Junto con las otras plantea posibilidades de acción no solo como reacción a mensajes, información y sentidos canjeados; sino que permite por su parte la re-configuración de elementos que serán nuevamente circulados modificando en últimas los entornos sociales.
  6. 6)    La última, la sexta dimensión, vista por De Toda y por quienes hemos aplicado el modelo multidimensional, es la mirada estética de la creación. El sujeto creativo logra hacer una lectura crítica de los medios, mensajes códigos y lenguajes que lo rodean y le permiten la creación, a partir de la cual promueve en otros esa nueva forma de entender la realidad.

Como José  Martínez de Toda, otros, Gutiérrez y Tyner, en España y Estados Unidos; Fuenzalida en Chile, Quiroz en Perú, Orozco en México, Barbero, Ruiz y otros en Colombia también han propuesto la educación para los medios desde múltiples miradas.
Escucho maestros y estudiantes quejándose del “tradicional” sistema educativo, de las tareas, y evaluaciones que riñen con la flexibilidad de los medios masivos, los modelos informáticos, las plataformas digitales los dispositivos móviles, etc., pero veo también la pasividad con la cual consumen la información circundante.
En este apartado quiero subrayar como elemento clave para resignificar la relación educación - comunicación que es la multidimensionalidad de la educación para los medios, con la que se estimula la creatividad y se logra la apropiación crítica de información para generar conocimientos. Este elemento implica asumir roles activos y diversos permitiendo el disfrute de la experiencia educativa inmersa en procesos mediáticos.
De otra parte, los estudios e investigaciones sobre la educación en los medios, se han intensificado con el auge de los MOOCS, massive open online course, o  cursos en línea masivos y abiertos, la digitalización de recursos educativos, la aplicación de pruebas en entornos virtuales, la sistematización de laboratorios y en fin, todo lo relacionado con virtualización de la educación. Este interés creciente y,  diría yo, “fervor” político se debe, en los años recientes a la migración de procesos escolares presenciales a escenarios digitales virtuales.
La natural resistencia al cambio, procuró voces de todos los tonos y matices en contra de estos procesos de virtualización. Vale la pena detenerse un momento y repensar en la postura crítica, aun persistente hoy,  de algunos docentes frente a esta migración, en ocasiones arbitraria y sin sentido.
En efecto, tenemos los avances tecnológicos de punta que han “transformado” las aulas incluso, en escuelas públicas a las que asisten niños y jóvenes con necesidades básicas insatisfechas, pero, y he aquí el asunto mayor, no hemos dado el cambio profundo a los fundamentos pedagógicos, psicológicos y humanos para llegar a una reorganización del espíritu de la clase (Freinet 2005)
Más allá de la introducción de nuevos modos de mediatizar, es precisa una transformación en las mediaciones pedagógicas, entre el ser y el saber docente. Es urgente promover la renovación del “espíritu de la clase” oculto o ausente en las prácticas “sin vida” que vemos a diario en algunos ambientes virtuales educativos hoy.
La sobrevaloración de la tecnología, reificación, como lo señala Carlos Eduardo Valderrama (2012) ha llevado al otro extremo en la postura apocalíptica de la era de la tecnología educativa. Los docentes, la escuela y el sistema educativo no han desaparecido, y tampoco han migrado totalmente a las plataformas virtuales. 
Del mismo modo como sucedió ante la aparición de  la imprenta, la radio, el cine, la televisión o internet, a pesar de las resistencias, estos se han ido insertando y apropiando como recursos educativos, así también los espacios virtuales se irán adaptando a la escuela o la escuela se verá quizá transformada en un conjunto de espacios de circulación libre de conocimientos y saberes que se van actualizando permanentemente un poco como sucede hoy con la enciclopedia libre más grande del mundo.
Paralelamente, una mirada a la relación de los sujetos del proceso pedagógico en escenarios, ambientes y entornos virtuales de aprendizaje demuestra que estos aún están encasillados en la instrumentalización. Mas ésta no es una situación ubicada cronológicamente en un tiempo lejano. Recientemente 2012 - 2013, en el proyecto institucional La Salle Humanística, se encuestaron docentes de todas las facultades para un estudio sobre las implicaciones de la introducción de TIC en el aula, los resultados no tardaron en asomarse e indudablemente esa inserción está caracterizada por la instrumentalización.
De lo anterior, de la mirada instrumentalista se puede denotar, un determinismo tecnológico, en el sentido que se ve la tecnología como facilitadora y única responsable de los logros y las falencias de la educación en la actualidad, dejando generalmente de lado la pedagogía. Es más, aun teniéndola en cuenta, se hace un juego en el cual las competencias y los logros se miden en relación con el uso, apropiación y creación de elementos tecnológicos.
En efecto, algunos maestros inician los cursos de actualización docente referidos a tecnología,  con una sentencia común: “…es que a mí la tecnología me atropella” y varios de estos mismos docentes se enajenan tanto, embelesados por la magia de los avances tecnológicos, que luego atropellan a sus estudiantes en nombre de la modernización de los procesos educativos.
Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos múltiples, la virtualización de la escuela ha mostrado pocas experiencias plenamente exitosas. Muy pocas, contrario a lo que los balances de la gestión pública muestran estadísticamente con referencia a favorecer la formación de “ciudadanos digitales” y miembros activos de la sociedad red.
Una causa puede ser que las jornadas de actualización docente se preocupan mucho por el desarrollo de habilidades en el manejo de los aspectos técnicos y tecnológicos de los ambientes virtuales de aprendizaje. Algunos cursos más adelantados se dedican a los aspectos estéticos y prácticos del diseño en cuanto a la navegabilidad y simplicidad para los “usuarios”. Son escasos, los cursos o programas de formación para docentes con énfasis en estrategias, modelos, teorías que fundamenten la transformación pedagógica necesaria para esa revolución educativa.
Recogiendo lo dicho hasta aquí, consideremos entonces que otros elementos para resignificar esta relación de la educación en los medios.
La colectividad: Estudios recientes a partir de teóricos como Manuel Castells, Piere Levy, Carlos Scolari y Alejandro Piscitelli se refieren al desarrollo de inteligencias colectivas o conectivas, una manera no de migrar a las plataformas virtuales, sino de valerse de estas para permitir una circulación más amplia del diálogo de saberes.
El disenso: Otro elemento es promover espacios de debate donde discutir lo que se comprende como educación virtual, las competencias digitales, la pedagogía de la sociedad red, etc., que sirva a la fundamentación epistemológica, ontológica, metodológica y pragmática de esta virtualización.

Un tercer elemento será configurar procesos de e- learning, b-learning, m- learning, etc., en los Ambientes Virtuales de Aprendizaje, a partir de Objetos Virtuales de Aprendizaje, aplicaciones o materiales, que favorezcan la enseñanza y el aprendizaje considerando todos los aspectos relevantes y no solo lo tecnológico o meramente instrumental.

About Syed Faizan Ali

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